Adoro mis espacios, los vacíos,
el eco del silencio en el ocaso,
el hálito que sopla en lo apacible,
la pausa del invierno cautivando
y el gozo que acaricia los asombros
en andas junto al tiempo impredecible.
Confiesa el interior, fluye cual río,
se mezcla con las piedras del pasado
y mientras su caudal vence imposibles
la vida minimiza sus aciagos,
retiene lo real maravilloso
en aras de horizontes increíbles.
Conduce al bienestar cual paraíso,
rebusca en los azares el cansancio,
bien sabe que en lo bello y lo sensible
el reto no es un cielo imaginario
y entabla un batallar hombro con hombro
confiando al universo lo indecible.
Cascadas de Luces: Rocío de la Luna
(Aimée Granado Oreña)