Irrumpe el vuelo del alba
el despuntar de la aurora,
llega el hálito que adora
la hojarasca aventurera
que al ocaso sorprendiera
sin límites y a mansalva.
Es del rosicler el malva
que engalana y nunca ignora,
la pasión encantadora
cuyo tesoro escondiera,
el numen de primavera
que trasluce junto al alba.
Ilesa cuando nos salva
de la angustia tentadora,
va la musa que devora
la nostalgia traicionera,
la que se pierde en la espera
que se aquilata a mansalva.
Es cual hierro que se enalba
en la fragua salvadora,
junto al claro de la aurora
comparece en la pradera,
esa luz que sin frontera
alcanza el vuelo del alba.
Aimée Granado Oreña ©
Gota de Rocío Azul