Y no sean las lágrimas del cielo
quienes rieguen amor entre cadenas,
las que lloren silencios entre penas
y sientan el clamor en su revuelo.
Solo sean las hojas del anhelo
quienes limpien las llagas de condenas,
las que impriman verdad en sus faenas
y escudriñen la vida en el desvelo.
No sea la pasión que se precisa
la que ignore versares con locura
mientras fluye nostálgica la brisa.
No sea el seductor en su premura,
el bohemio que esconde una sonrisa
del alma surtidora de mesura.
Aimée Granado Oreña©
Gota de Rocío Azul